lunes, 5 de agosto de 2024

EL ARMARIO DE PAULINA


cuento corto
LINDO DIA MIS CHICOS, ESCUCHEN CON MUCHA ATENCION LA SIGUIENTE HISTORIA Y RESPONDE LAS PREGUNTAS

¿Te imaginas lo que sería tener un armario lleno de disfraces con los que camuflarte en diferentes ambientes sin que nadie se dé cuenta de que desentonas?


Cada mañana Paulina se levantaba y se sentaba frente al espejo ovalado de su cuarto. Era curioso como, antes de maquillarse, el espejo no devolvía ninguna imagen de la muchacha. En un minuto revisaba en su mente todo lo que tenía que hacer durante el día.

– Hoy toca instituto y luego ir a casa de mis abuelos.- le informaba su agenda interna.


Sin prisa, se dirigía a su armario y elegía el vestuario adecuado para integrarse perfectamente. Luego empezaba con el maquillaje. Una buena base difumina las expresiones y crea una máscara perfecta. Se dibujaba de una manera minuciosa el rostro para que apenas se notara que no era su cara real. Primero comenzaba con el corrector de ojeras, para disimular esas noches de incertidumbre en vela. En segundo lugar dibujaba las cejas, hacia arriba si quería aparentar sorpresa y hacia abajo, bien juntas, si tenía que mostrar enfado para protegerse. Por último, los labios apretados o relajados dependiendo del ambiente en el que se iba a mover. Estudiaba cada detalle para tenerlo todo bajo control. A medida que iba dibujando su cara y vistiéndose acorde a los acontecimientos del día, su imagen iba apareciendo en el espejo y poco a poco, se iba sintiendo más segura y tranquila .

Ahora tocaba entrenar la voz, aguda o grave, para que encajara perfectamente con el personaje que tenía que representar. Para ella cada día era una obra de teatro que tenía que ejecutar a la perfección. Había comprobado, tras el acoso de los primeros meses en el instituto, que este ritual era lo que la hacía sentirse a salvo. Es curioso como, a veces, es divertido crear un personaje y representarlo a la perfección, siempre y cuando recordemos quiénes somos en realidad. A Paulina le empezaba a sorprender porqué no se veía reflejada en los espejos.
Hacía unos días que había empezado a hacerse invisible sin disfraz, todavía podía ver su vientre y sus extremidades inferiores pero, a medida que avanzaban los días, la nada y el vacío iban ocupando el cuerpo. Al pasar la mano por el lugar donde tenía que estar su cara sólo sentía frío, y cada vez que decía una palabra sin disfraz era como si sus oídos no pudieran captarla, silencio…

Esa seguridad que ella trasladaba a los disfraces y a los personajes que representaba, había empezado a convertirse en su identidad. Ya no podía casi recordar quién era sin ellos. Tenía tanto miedo a sufrir el dolor, el rechazo y la soledad, que una parte de su esencia estaba desapareciendo, a la vez que aquellos personajes creados habían empezado a coger el control.

Al principio solo fue una estrategia sin embargo, ahora, se había convertido en realidad. Su armario cada vez estaba más lleno y era más imprescindible para ella.

Había empezado la semana cultural en su instituto. Una semana de descanso para librarse de las aburridas clases y pasar algún rato entretenida con juegos, debates o algún que otro baile. Cada año traían talleres gratuitos para que los estudiantes tuvieran otras experiencias de aprendizaje. El miércoles por la mañana acudió a un taller de meditación . Ese día se había vestido con colores transparentes, máscara neutral y sonidos silenciosos para no desentonar.


-Observa, observa lo que hay dentro de ti. Aquello que está en tu centro, en tu interior…observa al observador..-Decía con voz dulce la maestra.


Aquellas palabras se enredaron en sus tímpanos sin encontrar salida. Sin resistencia, llegaron a esa zona del cerebro donde se procesan las emociones…dos lágrimas rodaron por su cara surcando el maquillaje, mientras intentaba entonar el mantra que la maestra susurraba.

-Yo soy luz, amor y paz.

De pronto sus pensamientos se empezaron a alejar, como si fueran una banda sonora de fondo tranquila, a la que casi ni prestas atención, y en el cristal de la ventana de enfrente pudo ver el reflejo de una muchacha dulce y hermosa, un rostro que ella nunca había pintado. En ese momento la maestra dijo:


-Ésa eres tú y ése eres tú. Respirad la sensación de plenitud que empezáis a notar en alguna parte de vuestro cuerpo. Confíad en la vida, nunca os abandona. Aunque creáis que estáis solos, si estáis atentos, veréis la señal que os indica la puerta que tenéis que abrir. Todo está en el interior.

Y con estas palabras, en silencio, todos y cada uno de los adolescentes que había en aquella sala fueron saliendo uno a uno.
Paulina se fue a casa muy desconcertada, como si algo se hubiera despertado en su interior provocando un volcán de sensaciones contradictorias. Por momentos sentía ganas de llorar y por momentos sentía ganas de gritar de alegría… Al llegar a casa le llamó la atención el camión de bomberos a la puerta de su edificio. De un brinco llegó al portal y se abrazó a su madre que estaba en el rellano con el chándal de estar por casa.
-¿Qué ha pasado?- gritó con pavor.
-No sé hija se desató un incendio en casa, creo que hubo un cortocircuito en tu habitación y se ha quemado todo-respondió la madre.

El eco de las palabras de la maestra volvieron a sus oídos: confía en la vida. En ese momento, en lo más profundo de sí, sintió un enorme alivio mientras sus personajes se quemaban, desaparecían y solo quedaba una agradable sensación de paz interior y una muchacha dulce y hermosa.


CONTESTA LAS SIGUIENTES PREGUNTAS

  • ¿Qué simbolizan los disfraces?
  • Si pudieras describir uno de los tuyos, ¿cómo sería?
  • ¿Qué es lo que más te asusta en el colegio?
  • ¿Qué es lo que realmente te hace perder la noción del tiempo y te resulta tan gratificante, que no necesitarías objetivos ni recompensas. Algo que haces por el mero hecho de conectar contigo.
  • Si hubiera un incendio en tu casa y te dieran un minuto para salvar algo, ¿qué cogerías?